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martes, mayo 24, 2005

Jánovas un pantano que no es ni nunca debió.

Jánovas, un embalse que nunca se constuyó, echó de sus pueblos a más de 200 personas.

Los antiguos vecinos de Jánovas, Lacort y Lavelilla, en el Sobrarbe, empiezan a ver cerca la compensación por el sufrimiento gratuito que durante más de medio siglo les causó un pantano nonato . La Comisión de Medio Ambiente del Senado aprobó el jueves una enmienda al Plan Hidrológico Nacional que obliga a redactar, en un año y con la participación de la DGA, el Ayuntamiento de Fiscal y la Administración central, un "plan de restitución, reversión y compensación" por las consecuencias del proyecto del embalse.
La concesión a Iberduero, en 1951, de la explotación hidroeléctrica del pantano, que iba a almacenar 550 hectómetros cúbicos, obligó, en 1963, a dejar su tierra a los 224 habitantes de los tres núcleos ribereños del Ara, tributario del Cinca.
Tras varios replanteamientos en los que su volumen se iba reduciendo, acabó desestimado por no superar las condiciones ambientales. En el 2001, el Ministerio de Medio Ambiente reconoció que su impacto era excesivo. No obstante, Riegos del Alto Aragón tiene recurrida la desestimación, formalizada este año.
En los últimos meses, la Comisión del Agua ha salvado de la inundación a otro pueblo aragonés. Sigüés, un núcleo de 135 habitantes enclavado en la ribera del Aragón, a orillas del pantano de Yesa, iba a ser anegado por el recrecimiento del pantano, que en su primera versión ya acabó con Tiermas, Escó y Ruesta. Sin embargo, la Ponencia de Obras Conflictivas concluyó que se debía elevar la presa a una cota intermedia entre la actual y la inicialmente proyectada, que suponía inundar 1.500 hectáreas.
El último pueblo aragonés amenazado por un pantano es Erés, un núcleo de 38 habitantes de la ribera del Gállego. Construir Biscarrués, un embalse de 192 hectómetros cúbicos, sería su fin. Su ejecución o la de sus posibles alternativas está en estudio en la Ponencia. Sus miembros, que han llegado a estudiar la posibilidad de bombear agua subterránea del Gállego para cubrir las dotaciones de Riegos del Alto Aragón, siguen trabajando mientras circulan rumores de todo tipo: desde que unos sondeos geológicos desaconsejan construir la presa hasta que el Gobierno se inclina por un pantano de sólo 40 hectómetros, pasando por la viabilidad del proyecto inicial.