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escudo con el árbol del Sobrarbe

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miércoles, julio 27, 2005

Arro, el pueblo desconocido

Arro es uno de los muchos pueblos que pertenece al municipio de Aínsa-Sobrarbe. Se encuentra a 10 kilómetros de Aínsa dirección Campo. Cuenta con una población fija asentada de unos 30 habitantes aunque en temporadas estivales y en vacaciones incrementa sustancialmente este número. Al igual que muchas otras poblaciones del pirineo, también Arro ha sufrido la despoblación en estos últimos años, llegó a tener 100 habitantes. Solamente el auge del turismo ha podido frenar un poco esta imparable caída. La población se dedica principalmente a la agricultura, ganadería y al sector servicios, bien en Aínsa o con el turismo rural en el propio pueblo. Su cercanía a Aínsa hace que muchas de sus gentes se trasladen allí a trabajar.
Sus fiestas mayores se celebran en honor a San Hipólito, el 13 de agosto y la fiesta pequeña para Santa Agueda, el 5 de enero.
Arro destaca por sus casas de piedra, con sus tejados de losa y teja, y sus típicas chimeneas altoaragonesas.
Tenía cinco casas en 1488. Tuvo ayuntamiento propio hasta 1845, después se juntó con Gerbe y Griébal, y más tarde a Aínsa.
La torre medieval era defensiva y servía de vigilancia. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es del siglo XVI. Durante siglos perteneció al abadiado de San Victorián y dependió del obispado de Lérida, después paso al de Barbastro en 1571.
En sus inmediaciones se encuentra la ermita de los Dolores, del siglo XII. Interesantes son su bóveda y ábside, recientemente restaurados. La romería a este lugar es el sábado posterior al viernes de Dolor.
Para muchos Arro es un pueblo desconocido, o visto sólo desde la carretera. Diez de sus casas se ubican sobre una loma rocosa, de norte a sur, con las fachadas abiertas al sur-oeste formando un pequeño mirador. Al otro lado de la carretera podemos contemplar casa Lanau, típica casa fortificada del Pirineo con un torreón circular adosado, y un poco más alejada casa Nata, antigua residencia de los monjes de San Victorián, donde se recogían los diezmos de los alrededores.
En el año 1886 se construyó el edificio de la Hospedería del Balneario de Arro, donde la gente se acercaba para remediar sus males y dolencias, al disponer de aguas sulfurosas. Hoy en día desgraciadamente está abandonado y en estado ruinoso.
Algunas de las infraestructuras y obras han hecho y harán que Arro cambie, y que la gente busque este lugar para vivir o como segunda residencia. La mejora de la carretera Aínsa-Campo se ha quedado en eso, simplemente en mejora de carretera, olvidando el resto, accesos, desvíos, paradas, zonas de descanso o carriles de aceleración o deceleración, y así evitar un peligro innecesario para los arroínos y visitantes.
El agua también es un problema que preocupa a los vecinos de Arro, ya que el abastecimiento de agua tiene dos importantes deficiencias: en primer lugar es insuficiente, llegando el agua con muy poca presión y con cortes frecuentes y en segundo lugar, es de dudosa calidad, pues se recoge directamente del río y atraviesa explotaciones ganaderas. Con frecuencia el agua aparece turbia, haciéndola inservible para la bebida y para los demás usos habituales. Desde hace algunos años los vecinos no pueden confiar en el agua municipal para asegurar la salud de sus familias y se ven obligados a traerla de otros lugares situados a decenas de kilómetros. Esta situación es insostenible ya que en este último año el tamaño del pueblo ha crecido debido a la construcción de nuevas casas. Esto ha hecho que el depósito no dé a vasto. Cabe destacar que el consistorio no ha tomado las medidas oportunas para evitar este problema. El agua falta y hay cortes, y ya no sólo por la sequía, sino debido a las infraestructuras de canalización hidráulica que no dan para todo el pueblo.