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lunes, agosto 29, 2005

Unos veinte buitres aparecen muertos dentro de un pozo de nieve en Aínsa

Unos veinte buitres leonados aparecieron muertos de inanición el pasado 21 de agosto en el interior de uno de los pozos de nieve de Bagüeste, en el término municipal oscense de Aínsa.
Las aves habían bajado a comer los restos de dos cabras que pudieron morir tras caerse dentro del depósito de piedra al buscar hierba fresca o tras ser arrojadas sin vida por algún pastor de la zona, pero no pudieron remontar el vuelo al carecer de espacio suficiente.
El hallazgo fue comunicado por un particular poco antes de las seis de la tarde.
Agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) de Monzón y del Departamento de Medio Ambiente del área de Sobrarbe se desplazaron hasta el paraje, ubicado en la zona norte del parque natural de la sierra de Guara.
Cuando los efectivos llegaron al pozo, de 6,10 metros de altura por 5,10 de anchura y que antiguamente se destinaba a almacenar nieve para fabricar hielo, se encontraron con un panorama desolador: los restos de las aves se mezclaban con los de las cabras, aunque al menos dos buitres fueron rescatados con vida y liberados posteriormente.
Tras tomar varias fotografías y con el fin de descubrir si los ejemplares habían sido envenenados, los investigadores enviaron seis cadáveres de aves y una serie de muestras de las cabras al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca para efectuar las consiguientes necropsias que revelaran la causa de la muerte.
La posible práctica delictiva por parte de alguna persona llevó a los servicios del Seprona y de la DGA a iniciar unas pesquisas sobre lo ocurrido, ya que en caso de demostrarse el envenenamiento hubiera sido obligatorio abrir unas diligencias judiciales.
Sin embargo, los datos de los análisis efectuados en un laboratorio sobre algunos tejidos confirmaron la inexistencia de indicios de envenenamiento. De ahí que los últimos momentos de las aves fueran especialmente crueles.
"Parece que han perecido de hambre, porque los buitres necesitan bastante espacio para iniciar el vuelo y se quedaron atrapados entre paredes lisas que no pudieron subir. El pozo se convirtió en una auténtica trampa para los animales, que al ver carroña seguían entrando en su interior aunque otros ejemplares ya habían perdido la vida. Y para intentar sobrevivir, los buitres vivos tuvieron que comerse a los que ya habían muerto", explicó el auxiliar de veterinaria del centro, José Manuel Sánchez.
Aunque no se ha iniciado una investigación judicial, el Departamento de Medio Ambiente de la DGA ha elaborado un informe sobre la trágica muerte de los veinte buitres en un pozo de nieve que atrae a numerosos turistas hasta Aínsa.